Las chinches de cama han vivido en nuestras casas durante miles de años. Este pequeño insecto hemíptero es un ectoparásito que se alimenta de sangre humana y de otros animales como aves de corral, murciélagos o roedores. Hay dos especies que afectan a humanos: Cimex lectularius, más cosmopolita, y C. hemipterus más frecuente en trópicos y subtrópicos. Fueron un problema de salud pública en todo el mundo, siendo casi erradicados en las décadas de 1940 y 1950 con el uso generalizado de insecticidas como el DDT.
Puede ser difícil distinguir las picaduras de chinches de otras picaduras de insectos o de erupciones cutáneas. Las lesiones más comunes incluyen el desarrollo de pápulas (ronchas), frecuentemente mayores de 1 cm, acompañadas de prurito (picor) e inflamación que, a menudo, presentan una mancha roja más oscura en el centro. Suelen ser múltiples y presentarse en grupo o en línea, principalmente en rostro, cuello, brazos y manos.
No se han incriminado en la transmisión de algún patógeno humano, pero pueden causar angustia emocional a los afectados, que se manifiesta con ansiedad e insomnia. Inyectan saliva para evitar que coagule cuando se alimentan de sangre. Algunas personas no reaccionan a las picaduras, pero otras experimentan reacciones alérgicas que ocasionalmente pueden ser graves. Las lesiones cutáneas y síntomas acompañantes pueden aparecer hasta nueve días después de haber sufrido las picaduras y suelen necesitar varios días para su completa resolución.
Si sospecha de algún ataque de chinches debe buscar evidencia en la residencia supuestamente infestada que demuestre la presencia del insecto examinando minuciosamente el lugar, especialmente las costuras de colchones y muebles, grietas en las paredes, y detrás de cuadros. Como pruebas indirectas o presuntivas se debe tener en cuenta:
1. La presencia de manchas oscuras (excrementos) alrededor de sus escondites.
2. La observación de manchas oxidadas de color marrón-rojizo (restos de sangre) en colchones y sábanas.
3. El mal olor, fétido y dulzón, que desprenden las secreciones, que se aprecia más fuerte cuando las chinches son numerosas.
El diagnóstico definitivo o de certeza de una infestación se basa en las siguientes evidencias:
1. La observación de insectos adultos o juveniles en estadios ninfales (preferentemente por la noche mientras están activas).
2. La presencia de exuvias (restos de exoesqueletos vacíos) de color amarillo pálido.
3. El hallazgo de huevos eclosionados o sin eclosionar.
Un tratamiento tópico para mitigar el prurito y una buena higiene para prevenir las infecciones secundarias suelen ser suficientes en la mayoría de los casos, aunque en cualquier situación es recomendable consultar con un especialista que realice su seguimiento y evolución.
Para casos más graves, pueden ser necesarios corticoides, antihistamínicos o antibióticos sistémicos, pero consulte con su médico para detalles.
Se ha registrado un aumento global en el número de infestaciones, lo que hace difícil su control. La acumulación de escombros contra las paredes de residencias, nidos de pájaros, y cuevas de murciélagos son los hábitats más favorecidos por las chinches porque ofrecen un refugio cálido y hospedadores que proveen alimento.
En las casas se esconden en grietas o hendiduras en las paredes, muebles, y detrás del papel de pared, paneles de madera, o cuadros, y bajo las alfombras, colchones, o ropa de cama. Son nocturnos, ocultándose durante el día para salir de noche cuando las personas duermen.
El riesgo de encontrar chinches aumenta si pasamos tiempo en lugares con volúmenes altos de huéspedes nocturnos, como hoteles, casas rurales, hospitales o refugios para personas sin hogar.
Las chinches pueden vivir hasta seis meses sin comer y sobrevivir hasta 12 meses sin alimentarse de humanos si pueden atacar a pájaros, roedores, u otro animal pequeño. También influyen factores asociados con algunas viviendas modernas, como el aumento de la humedad, la falta de circulación de aire, una limpieza deficiente y mobiliario descuidado, que les brindan refugio. El estigma social asociado a las infestaciones de chinches en las viviendas puede obligar a algunas personas a no recurrir a profesionales de control de plagas, contribuyendo al resurgimiento y la resistencia.
Evitar su entrada es la mejor forma de prevenirlas. El buen saneamiento es el primer paso para controlar una infestación, pero se han detectado en residencias de ancianos, hospitales, cruceros, cines, el metro e incluso aviones, lo que sugiere que una buena higiene no es suficiente para evitarlas.
Su control requiere confirmación. Se recomienda no usar insecticidas domésticos, porque podrían empeorar la situación al dispersarlos, ponerlos en alerta, y forzarlos a buscar nuevos albergues dentro de la casa. Muchas veces su erradicación requiere más de una visita de un profesional de manejo de plagas. Entre los plaguicidas disponibles en el mercado, los más usados por su seguridad y eficacia son las piretrinas y piretroides, los desecantes (ácido bórico), las sustancias bioquímicas (aceite de neem), los pirroles, los neonicoticonoides (formas sintéticas de la nicotina) y los reguladores del crecimiento de insectos.
El control debe centrarse en métodos mecánicos como pasar la aspiradora por lugares sospechosos de tenerlos y quitar o sellar grietas en muebles y paredes. La ropa de cama debe lavarse con agua caliente de al menos 140F (60C). Los insecticidas se deben reservar para infestaciones severas y se deben aplicar por profesionales teniendo mucho cuidado de dejar que los colchones, tapizados, y muebles se sequen completamente antes de usarlos.
Una vez eliminadas, habrá que tener especial cuidado en evitar una nueva infestación, especialmente con la introducción de muebles y enseres de segunda mano, ropa, mochilas, equipaje, o ropa de cama donde los insectos pueden viajar y así repoblar nuevos territorios.
Esta nota apareció originalmente en https://www.bbc.com/mundo/noticias-59557950.
Puede ser difícil distinguir las picaduras de chinches de otras picaduras de insectos o de erupciones cutáneas. Las lesiones más comunes incluyen el desarrollo de pápulas (ronchas), frecuentemente mayores de 1 cm, acompañadas de prurito (picor) e inflamación que, a menudo, presentan una mancha roja más oscura en el centro. Suelen ser múltiples y presentarse en grupo o en línea, principalmente en rostro, cuello, brazos y manos.
No se han incriminado en la transmisión de algún patógeno humano, pero pueden causar angustia emocional a los afectados, que se manifiesta con ansiedad e insomnia. Inyectan saliva para evitar que coagule cuando se alimentan de sangre. Algunas personas no reaccionan a las picaduras, pero otras experimentan reacciones alérgicas que ocasionalmente pueden ser graves. Las lesiones cutáneas y síntomas acompañantes pueden aparecer hasta nueve días después de haber sufrido las picaduras y suelen necesitar varios días para su completa resolución.
Si sospecha de algún ataque de chinches debe buscar evidencia en la residencia supuestamente infestada que demuestre la presencia del insecto examinando minuciosamente el lugar, especialmente las costuras de colchones y muebles, grietas en las paredes, y detrás de cuadros. Como pruebas indirectas o presuntivas se debe tener en cuenta:
1. La presencia de manchas oscuras (excrementos) alrededor de sus escondites.
2. La observación de manchas oxidadas de color marrón-rojizo (restos de sangre) en colchones y sábanas.
3. El mal olor, fétido y dulzón, que desprenden las secreciones, que se aprecia más fuerte cuando las chinches son numerosas.
El diagnóstico definitivo o de certeza de una infestación se basa en las siguientes evidencias:
1. La observación de insectos adultos o juveniles en estadios ninfales (preferentemente por la noche mientras están activas).
2. La presencia de exuvias (restos de exoesqueletos vacíos) de color amarillo pálido.
3. El hallazgo de huevos eclosionados o sin eclosionar.
Un tratamiento tópico para mitigar el prurito y una buena higiene para prevenir las infecciones secundarias suelen ser suficientes en la mayoría de los casos, aunque en cualquier situación es recomendable consultar con un especialista que realice su seguimiento y evolución.
Para casos más graves, pueden ser necesarios corticoides, antihistamínicos o antibióticos sistémicos, pero consulte con su médico para detalles.
Se ha registrado un aumento global en el número de infestaciones, lo que hace difícil su control. La acumulación de escombros contra las paredes de residencias, nidos de pájaros, y cuevas de murciélagos son los hábitats más favorecidos por las chinches porque ofrecen un refugio cálido y hospedadores que proveen alimento.
En las casas se esconden en grietas o hendiduras en las paredes, muebles, y detrás del papel de pared, paneles de madera, o cuadros, y bajo las alfombras, colchones, o ropa de cama. Son nocturnos, ocultándose durante el día para salir de noche cuando las personas duermen.
El riesgo de encontrar chinches aumenta si pasamos tiempo en lugares con volúmenes altos de huéspedes nocturnos, como hoteles, casas rurales, hospitales o refugios para personas sin hogar.
Las chinches pueden vivir hasta seis meses sin comer y sobrevivir hasta 12 meses sin alimentarse de humanos si pueden atacar a pájaros, roedores, u otro animal pequeño. También influyen factores asociados con algunas viviendas modernas, como el aumento de la humedad, la falta de circulación de aire, una limpieza deficiente y mobiliario descuidado, que les brindan refugio. El estigma social asociado a las infestaciones de chinches en las viviendas puede obligar a algunas personas a no recurrir a profesionales de control de plagas, contribuyendo al resurgimiento y la resistencia.
Evitar su entrada es la mejor forma de prevenirlas. El buen saneamiento es el primer paso para controlar una infestación, pero se han detectado en residencias de ancianos, hospitales, cruceros, cines, el metro e incluso aviones, lo que sugiere que una buena higiene no es suficiente para evitarlas.
Su control requiere confirmación. Se recomienda no usar insecticidas domésticos, porque podrían empeorar la situación al dispersarlos, ponerlos en alerta, y forzarlos a buscar nuevos albergues dentro de la casa. Muchas veces su erradicación requiere más de una visita de un profesional de manejo de plagas. Entre los plaguicidas disponibles en el mercado, los más usados por su seguridad y eficacia son las piretrinas y piretroides, los desecantes (ácido bórico), las sustancias bioquímicas (aceite de neem), los pirroles, los neonicoticonoides (formas sintéticas de la nicotina) y los reguladores del crecimiento de insectos.
El control debe centrarse en métodos mecánicos como pasar la aspiradora por lugares sospechosos de tenerlos y quitar o sellar grietas en muebles y paredes. La ropa de cama debe lavarse con agua caliente de al menos 140F (60C). Los insecticidas se deben reservar para infestaciones severas y se deben aplicar por profesionales teniendo mucho cuidado de dejar que los colchones, tapizados, y muebles se sequen completamente antes de usarlos.
Una vez eliminadas, habrá que tener especial cuidado en evitar una nueva infestación, especialmente con la introducción de muebles y enseres de segunda mano, ropa, mochilas, equipaje, o ropa de cama donde los insectos pueden viajar y así repoblar nuevos territorios.
Esta nota apareció originalmente en https://www.bbc.com/mundo/noticias-59557950.